Esta mañana me desperté pensando en una canción que le gusta a mi mamá y que cantaba todo el tiempo cuando yo era niña. Aún lo hace.
Cuentan que hubo un pescador barquero que pescaba de noche…
en el río
Esta mañana el recuerdo no tenía mucho sentido para mí. Y de hecho estaba buscando un tema para escribir y no se me ocurría nada.
Que una vez con su red, pescó un lucero y feliz lo llevó, y feliz lo llevó a su bohío.
Aún puedo oírla hablándome de José A. Morales, el compositor, y cantando embelesada:
Que desde entonces se iluminó el bohío
Porque tenía con él a su lucero
Que no quiso volver más por el río
Desde esa noche, el pescador barquero
Hasta esta mañana la canción hablaba de los celos.
Y dicen que de pronto se oscureció el bohío
Y sin vida encontraron al barqueroPorque de celos se desbordó aquel río…
Ya no.
Entró al bohio y se robó el lucero
Tampoco habla de la fuerza de la naturaleza ni de la posesividad, ni de un hombre que le «arrebata» la mujer a otro.
O bueno, en parte sí, pero es más poderoso lo que hoy extraigo de la letra: La vida siempre encontrará la forma de poner las cosas en su lugar. Si estás huyendo de tus responsabilidades, te lo hará saber. Si estás tomando lo que por destino no te corresponde, te lo hará saber.
A menudo nos encontramos en encrucijadas y pensamos que debemos definir nuestra identidad y nuestro rumbo ya. A veces sentimos la presión de tener que saber quiénes somos y para dónde vamos. No hay norte. No hay guía. El resto del planeta parece tenerlo tan claro, el resto del mundo sabe qué quiere, menos nosotros. Espejismos.
He aquí una brújula: Lo que fluye da calma, lo que irrumpe refresca… Una gota en el momento preciso tiene el poder de cambiar el curso de las cosas. Por eso, mientras encuentras tu voz, le subes el volumen o te conviertes en el río, permíteme susurrarte nuevamente:
Entró al bohío y se robó el lucero.
PS: Ojo a esta mujer cantando esta versión tan linda. Obvio es un estilo muy distinto al de la original de Silva y Villalba, pero mis respetos: