«Para casarte, cuando joven es temprano y cuando viejo es tarde».
Diógenes de Laertes (Historiador griego)
Todas las mujeres deberían casarse… consigo mismas.
Mejor dicho: todos los seres humanos deberíamos contraer nupcias con nosotros mismos.
Parece sencillo, pero tener un compromiso con uno mismo es algo que deberíamos cultivar a diario… No importa si en tus planes está o no el matrimonio, siempre hay alguien a quien no puedes abandonar y es a ti mismo(a).
Y es que es muy fácil traicionarse últimamente: Te preguntan si quieres ir a visitar a esa conocida criticona y, aunque te estés muriendo de ganas por decir que no, dices que sí… Tal vez te piden un favor que no quieres hacer y que al final te va a meter en problemas, pero tú dices que sí… o tal vez le dices a tu jefe que harás algúun trabajo que no quieres porque te da pena o miedo de que te despida.
Eso se llama infidelidad… contigo mismo(a).
Quizá es hasta cierto punto entendible que te suceda de vez en cuando. Pero, cuando ya se vuelve frecuente, es necesario revisar la causa y tratar el problema de raíz.
Pero no todos los «automatrimonios» sufren de infidelidad. Hay otros cuyo mayor problema es el descuido y la falta de tiempo.
Piénsalo así: No quisieras estar con una persona a la que le diera igual tu existencia o que demostrara poco interés en ti. Bueno, ¿entonces por qué es tan difícil aplicar estos principios con uno mismo? ¿Por qué a veces anteponemos las necesidades de otros a las nuestras? ¿Por qué hacemos lo que el otro dice si se trata de alguien que nos gusta, pero casi siempre nos escudamos en la falta de tiempo de dinero para hacer las cosas que nosotros(as) realmente deseamos hacer? ¿Por qué hay un horario destinado para citas con clientes, amigos, familia o pareja, pero muchas veces no existe un espacio en el que uno se siente con uno mismo a hacer algo para sí o simplemente a hacer nada?
Así que no esperes a que sea demasiado tarde para casarte contigo mismo(a) y celebra que estás aquí, en un mundo en el que existe la cerveza… (o lo que te guste) y, por supuesto, independientemente de que el matrimonio sea o no para ti, recuerda que la persona indicada siempre te acompaña: tú mismo(a).
Hace un año, recibí este consejo que me cambió la vida para evitar la procrastinación: escribe tu meta principal del día en una notita autoadhesiva, pégala en tu computador y ¡cúmplela!
¿En serio? ¿Se puede ser más obvio?
Bueno podría no ser tan evidente. Tim Ferriss, autor del libro la semana laboral de 4 horas, Sostiene que a veces llenamos nuestro día con tareas innecesarias para sentir que estamos muy ocupados. Como resultado, al final del día, crees que has hecho mucho en tu jornada, cuando en realidad no has hecho nada. Ya la larga esta ilusión podría costarte más dinero del que crees, por no mencionar el tiempo.
¿No sería genial hacer lo que tienes que hacer?
Definitivamente como traductora, me es muy difícil mantenerme enfocada. Las redes sociales me atrapan por mucho tiempo y usualmente termino teniendo conversaciones conmigo misma como esta:
Así que esto es lo que me funcionó.
Paso 1. Instala la extensión Momentum para Chrome.
Paso 2. Escribe tu meta principal del día y presiona «Enter».
Paso 3: Sé feliz. Tu computador te recordará tu meta principal cada vez que estés a punto de tomar una mala decisión… bueno, casi.
Además puedes ver la hora, el clima, una cita motivadora, un fondo que cambia diariamente y tu lista de cosas por hacer.
¿Qué más puedes pedir?
Mmm… nop. Lo siento pero el computador no te va a hacer el trabajo 😉
Una última cosa: También puedes incluir retos para ti mismo para promover comportamientos más saludables como por ejemplo «Bebe agua cada vez que veas esto», de manera que te mantengas hidratado, o recordatorios como «Llama tu mamá que tanto te quiere».
#1 Instala la extensión Sortd en tu Gmail
Esto fue algo que encontré anoche y de verdad quisiera haber sabido que existía hace muchos años. Mejor dicho, esta es una de esas cosas que tú de verdad necesitas compartir con otros para sentirte tranquilo.
Cuando se trata productividad hay miles de formas de organizar las tareas . Me encanta eso porque puedes «arrastrar» (drag-and-drop) cada uno de tus correos hacia las diferentes columnas para organizarlos y darles prioridad a los que la requieren.
También puedo agregar notas y recordatorios a mis correos (a la derecha). En este caso, escribí una nota para mí misma para que no se me olvide pagar esta cuenta antes del siguiente mes.
En resumen, mi vida se divide en antes y después de estas herramientas. Después de todo, el genio se compone de talento y perseverancia… y también de organización.
*Clara Valderrama es traductora, licenciada en Filología e Idiomas de la Universidad Nacional de Colombia y periodista de la Universidad de los Andes, Bogotá. Es autora del libro La lista, en el que incluye consejos para mejorar las relaciones interpersonales, la productividad e incrementar el bienestar en tiempos de tecnología. Puedes comprar su libro aquí.
Hace un año una amiga me hizo una pregunta cuya respuesta, inspirada por alguien más, ahora trato de integrar en mi vida.
—Si pudieras preguntarle algo a Dios, ¿qué sería?
En otras circunstancias, mi respuesta hubiese estado relacionada con la verdadera identidad de Shakespeare, las enfermedades sin cura, el origen de la vida o lo que sigue después de la muerte. No obstante, contesté:
Solo le preguntaría cómo puedo servirle mejor.
Pero, ¿qué es eso de servirle mejor a Dios? Es decir, ¿Clara se volvió fanática religiosa o ha sido secuestrada por alienígenas que la adoctrinaron para escribir sobre aquello que desconoce? Nada de eso. Solo tengo una pequeña reflexión que ha surgido de muchas cosas que me han pasado en los últimos dos años y que quiero compartir porque me hubiese gustado saber esto antes. Servirle mejor al amor supremo significa identificar nuestros talentos, usarlos, pulirlos… y entender que esa es la mejor manera de agradecer por ellos. No utilizarlos es el equivalente a no destapar un perfume carísimo que te ha regalado tu mejor amigo, y lo dice alguien que tiene, metafóricamente hablando, montones de cajas de aromas finos sin destapar en el armario.
A veces no sabemos cómo ni por dónde empezar. ¡Es más! La mayoría de las veces ni siquiera pensamos que somos lo suficientemente talentosos para lograr algo, simplemente creemos que somos parte del promedio, que somos uno más.
Pero seamos francos: esa falsa modestia pocas veces ayudó a alguien.
Yo soy la primera que levantó la mano, porque el 70 % de las veces veo las cajas de perfume y prefiero guardarlas para una ocasión especial —lo cual es parte de la aventura de ser humana— Pero entonces tengo que enviarme notitas mentales y hasta libros para acordarme de que tengo que estar orgullosa por algo que yo pedí y me fue concedido.
Y, sin el ánimo de ponerme religiosa y menos filosófica, es importante resaltar que la palabra que estoy usando es “pedí”, lo cual implica dos cosas: en primer lugar, que tengo que tomar responsabilidad frente a lo que yo anhelo para mí. En segundo lugar, eso también quiere decir que voy a dejar de culpar a la divinidad o al exterior por aquellas cosas que son producto de mis acciones y también por aquellos desastres naturales, muertes ajenas, separaciones o todo aquello sobre lo que no tengo control. Después de todo, lo que sucede a mi alrededor es tan solo una metáfora de lo que hay adentro.
Mi conclusión —y repito, nada de esto ha sido comprobado por la ciencia, pero yo considero que es cierto para mí— es que las situaciones que me envuelven, la gente de la que me rodeo, el tipo de trabajo que escogí, la familia que tengo… todo se me ha consultado y he decidido. Dicen que uno no elige sus padres, pero yo creo que sí. Yo creo que uno escoge todas y cada una de las cosas que va a vivir: tanto las buenas como las demás. Si frecuentemente vienen a mí personas con dificultades de salud, yo me ofrecí voluntariamente a compartir con ellas. Si atraigo a aquellos que no tienen pareja, tal vez haya una razón detrás de eso… un aprendizaje para ambos, algo para compartir y, sobre todo, para ejercer la compasión.
Recientemente, alguien a quien quiero mucho me dijo, con lágrimas en los ojos y apenas pocas horas después de perder a un ser querido:
—¿Por qué me habrá tocado a mí esto?
En esos momentos el discurso de “no te preocupes, todo va a estar bien” sobra. Últimamente, prefiero estar en silencio y escuchar. Para mí no es fácil quedarme callada y dejar de juzgar, pero como esto es un camino, sigo intentándolo. Estuve tentada a decirle muchas cosas; no obstante, preferí solo permanecer en silencio y dejar que se desahogara. Un rato después recordé una frase que le oí a Doreen Virtue “Enfócate en el servicio”, y dije:
—No pienses que te tocó, piensa que tú te ofreciste como voluntaria para servir.
Tal vez, entre los muchos talentos de esta mujer, está servir de apoyo a otros, porque solo Dios sabe que nació con más templanza que todos nosotros para enfrentar la muerte año a año de varios miembros de su familia… pero ese, por más castigo que parezca, es un talento invaluable del cual debe estar orgullosa.
Y sí. Muchas son las bendiciones disfrazadas… los cambios de empleo, los accidentes que te cambian la vida, el consejo en el último minuto, la idea que parece no tener sentido… todas encaminadas a una gran misión y cada misión alineada con un propósito más grande que nosotros. Todos vemos la misma materia en el pénsum: compasión. La diferencia es que unos han elegido verla con ciertos profesores, y en ciertas especialidades, o combinada con el servicio a los ancianos, a los niños, a la ciencia, al arte… ¿Qué sé yo?
Tu misión no es tu trabajo, tu misión no es tu pasatiempo… tu misión es el conjunto de situaciones que te guían a través del camino del amor. Tu misión no son los profesores ni la nota que obtengas, sino cómo disfrutaste cada segundo en el salón de clases y si hiciste feliz a alguien ahí dentro. Para pasar al siguiente grado, se te pide que te seas feliz tú; pero si logras que alguien más llegue a serlo contigo, estarás graduado con honores. De todas maneras, no juzgues las decisiones de otros, porque aunque unos han escogido el puente y otros el río, todos llegarán a su destino.
PD: Si deseas conocer tu misión de vida, también te puede interesar el último video que aparece en este post:
Empecemos con una frase que se le atribuye ¿falsamente? como casi todo en Internet a Bob Marley:
«La mayor cobardía de un hombre es despertar el amor de una mujer sin tener la intención de amarla». Bob Marley (¿?)
Y sí. Parece que tenemos una nueva criatura en el zoológico: se trata del calientaovarios. ¿Pero quién es? ¿Cuál es su modus operandi? ¿Dónde se esconde? ¿Cómo se camufla? y sobre todo, ¿cómo protegernos de él?
En primer lugar, un calientaovarios es una persona a la que le encanta coquetear y no concretar. Y no, no crean que solamente me refiero a los hombres que lo hacen, también hay muchas mujeres que alimentan (alimentamos, alimentábamos… tiempo pasado y que levante la mano quien nunca en su vida lo haya hecho) los egos ajenos para deleitarse un poco y darle de comer al Gollum que todo ser humano lleva dentro.
Ojo. Sé lo que se están preguntando. ¿Qué diferencia hay entre una persona calientahuevos y un(a) calientaovarios? Pues bueno, como ambas palabras son inventadas, debo intentar explicar esto porque calentadores hay muchos y abundan. Por ahora, mientras la ciencia me corrige, definiré al calientaovarios como alguien que tira migajas de afecto y despierta sentimientos. La palabra calientahuevos la usaré para designar a aquel ser que «calienta lo que no se va a comer», es decir, impulsa ciertos deseos sexuales y se va.
Pero no nos quedemos en definiciones, porque el lenguaje es ofensivo. Mejor tratemos de entender por qué hay gente que hace lo que hace. ¿Por qué esa amiga suya sigue tan encaprichada con un tipo que no la invita a salir, pero con el que chatea desde las 8 de la noche hasta las 7 de la mañana? ¿Por qué ese otro tipo (que conoce a alguien que usted conoce o que es el amigo del amigo de un amigo) sigue detrás de la fulana que no concreta ni una cita, ni un besito, pero que le sigue haciendo sonrisitas diariamente y hablándole con excusas pendejas?
Señores y señoritas: si esto les suena familiar, muy probablemente están frente a un(a) calientaovarios.
Estos personajes aman ser admirados. Necesitan de la adulación y, sobretodo, de la atención ajena. Secretamente, sienten que son el centro del universo. Y adivine: encontraron a alguien que les da ese lugar y haría todo por ellos.
o que no te pone cuidado…
Algunas pistas para identificar a un(a) calientaovarios
Le habla cuando se le da la gana.
Si le habla, lo hace ojalá por chat y a altas horas de la noche… cuando nadie más le pone cuidado.
Le dice que usted es muy especial, pero no se ha dignado a salir oficialmente.
Habla mucho de sí mismo(a) y pregunta muy poco sobre usted. Parece que lo único que importa es él o ella.
Si acepta invitaciones a comer o a teatro, saca algún comentario durante la cita para quedar en modo amigos (alerta friendzone), en vez de haber aclarado eso antes de verse.
Le pide favores pendejos o plata prestada (que nunca devuelve).
Pone una fecha para la cita (uno de pendejo deja todo por ir) y cuando uno pregunta: «¿Al fin nos vamos a ver?» dice que está en pijama viendo los Simpsons.
Se vale de cualquier excusa para hacerle creer a usted que se «envideó» solito(a) y que él o ella jamás tuvo la intención de hacer que dichos sentimientos nacieran. De nuevo, ¿chateaban hasta qué hora? Sí, tú, imbécil.
Usted le hace regalos que no le haría a sus amigos(as) o le organiza una fiesta de cumpleaños y solo recibe un «Aww, gracias» (Cero picos, cero salidas, a usted nadie le organiza fiesta de cumple, nadie le decora el puesto, etcétera).*
El sujeto o la chica no mata ni una mosca. Todo parece perfecto en él o ella.
¿Cuál es el antídoto contra la «picadura» de un(a) calientaovarios?
*Ya sé que usted no espera nada a cambio del «amor» que profesa por esta persona, lo cual es lindo, pero estos consejos no están de más y quizá le sirvan. Es más, siéntase libre de compartir aquellos que le hayan sido útiles:
El problema no es lo que él o ella haga, sino que usted sigue pensando que merece solo eso.
¿De verdad quiere alguien a quien usted tenga que estarle recordando lo maravilloso que es cada cinco minutos y que no pueda decir ni una cosa buena de usted?
Un ego tan grande no viene del amor. Piénselo. ¿Quiere atraer gente que valore lo que usted es? Súbale dos a la autoestima…
Dar amor es maravilloso, sufrir no. Si usted está sufriendo más de lo que se siente amado(a), por ahí no es.
Todo el mundo tiene defectos. De lo bueno, bueno… no dan tanto.
Agradezca mentalmente a esa persona por lo que le enseñó y siga con su vida.
El regalo más grande que le damos a otros es ponerles atención. Si usted cree que esa persona le pone atención y se interesa por lo que usted es, lo que tiene para decir y sus pasiones… va bien. De lo contrario, aborte la misión y salga con dignidad, no con orgullo; con agradecimiento, no con resentimiento.
Arréglese, póngase más buena o más papasito… y siéntase feliz porque en unos meses verá la razón por la que la cosa no cuajaba. Se lo aseguro. Me ha pasado 472638749039999,2 veces.
Deje de alimentar al Gollum interno. Es la única forma de matarlo.
Deje de alimentar al Steven Spielberg interno… o conviértase en director(a) de cine en la vida real y sáquele provecho a su imaginación.
Todo el mundo está en la zona de amigos hasta que se demuestre lo contrario. Si el otro está ahí, es porque quiere. «Cuando quieras salir de la zona de amigos en la que tú mismo(a) te pusiste, me buscas. Mientras tanto, chao. Me voy a ser feliz».
Y si nada de esto funciona… le recomiendo una novenita a Santa Rita de Casia, patrona de las causas perdidas a la que el marido le daba en la jeta. Ella seguro le dice qué hacer, porque usted no ha aprendido a quererse a sí mismo(a), y tal vez necesite que alguien que ya sufrió todas las penas juntas en una vida Parce, en serio, qué pecado la vida de esa cuchita, le pasó de todo se lo recuerde. *Bofetada mental*.
¿Cuáles son las claves que oculta nuestro cerebro sobre las relaciones de todo tipo? ¿Es cierto eso de que las palabras tienen poder? ¿Qué podemos hacer para dominar nuestro cerebro y no dejarnos dominar por creencias preestablecidas?
Comencemos por desmitificar dos creencias arraigadas en la cultura:
Mito 1: las células del cerebro (neuronas) son las únicas que no se regeneran. Realidad: la neurogénesis existe y sí podemos hacer que nazcan nuevas células.
Aquí se explica cómo. Si quieres, recuerda que la conferencia de diez minutos tiene subtítulos en español e inglés.
Mito 2: las palabras se las lleva el viento, las palabras no hieren. Realidad: las palabras tienen la capacidad de cambiar nuestra estructura neuronal.
En una entrevista que le hizo Margarita Vidal al científico colombiano Rodolfo Llinás, él le dice que alguna gente no entiende bien cómo un estado funcional del cerebro se puede modular o corregir mediante la palabra. Corto y pego:
El psicoanálisis es hablado y la gente se mejora. Y yo les contesto que las palabras cambian el cerebro.
¿En qué forma?
-Si yo le digo a una persona que es ‘malnacida’, responde agresivamente. Entonces, las palabras son como piedras; pueden hacer bien o daño, porque cambian el estado funcional del cerebro.
¿Es porque producen emociones?
-Exactamente, las emociones se pueden correlacionar. Antes se pensaba que no, y la realidad es que sí: yo puedo ver en el cerebro cuando alguien está bravo, triste o con dolor. Pero a la gente le resulta profundamente complejo y difícil de aceptar que la mente ―que era casi intocable― se reduce a una situación ‘cuchareable’, y su conclusión temerosa es: “Solamente hay dos posibilidades: que el paciente esté bien o que esté mal. Si está bien, no ha pasado nada porque no hubo necesidad de tratamiento. Pero si está mal, ¿qué hacemos nosotros? Lo que usted nos está diciendo es que estamos aplicando un sistema que no es”.
¿Entonces el problema es de programación?
Posiblemente. Es como si cada uno de nosotros tuviese un código por dentro que determinara qué es lo normal para cada uno. Una vez el usuario presiona «Enter», el programa se ejecuta solito.
Me explico: Si una persona tiene en su código algo como los siguientes conceptos:
Los chocolates son deliciosos, pero hacen que se me brote la cara. Si tengo una pareja que me quiera, esa persona debe estar loca. La situación es muy difícil y conseguir un trabajo bien pago es muy complicado, por eso tengo que cobrar poco. Si cobro lo que debería, me quedo sin clientes.
Al hacer clic en «Ejecutar», todo eso empieza a pasar. Si corre el código una y otra vez, se acostumbra a que esa sea la programación normal y a que su cuerpo reaccione de la manera en que lo ha hecho por años. El efecto placebo también podría, creo yo, derivarse de allí… pero, insisto, esa es tan solo una suposición propia que no tiene base científica. Así es como yo lo veo:
¿De dónde vienen estas creencias?
Por lo general, nuestros programas vienen con virus incluidos. La línea de código tiene un problema esencial: hay partes de ella que fueron escritas desde el miedo; no desde el amor. Por ejemplo, «Los chocolates son deliciosos» es una expresión que viene desde el amor por el chocolate. Sin embargo, la expresión «pero hacen que se me brote la cara» viene desde el miedo a ser percibido por los demás y por nosotros mismos de una manera negativa. «La situación es muy difícil» viene desde el miedo que nos infunden otros (algunos medios de comunicación y algunos familiares que nos quieren proteger del fracaso)… Y todas las demás afirmaciones implican que el virus se está esparciendo.
Una posible forma de reparar el código es reconociendo cuándo se ejecuta y cambiándolo por algo así:
Los chocolates son deliciosos y los disfruto. Es normal tener una pareja que me quiera. Es normal que la gente me quiera y me ame porque trato de mejorar cada día. Sé que si cobro lo justo, puedo exigirme más calidad y estar orgulloso(a) de mi labor. Integro las lecciones de paciencia y perseverancia desde el amor.
¿Pero cómo modificar el código?
Para explicar la conducta humana, solo podemos pensar en dos posibilidades: algo es innato o es aprendido. En este caso, creo que cualquier psicoanalista le diría que muchas de las conductas aprendidas vienen de nuestra niñez, nuestra relación con padres y ancestros, o la ausencia de los mismos. Entonces, la mejor manera de ir, poco a poco, limpiando el sistema es «devolverle» mentalmente o por medio de una carta sin enviar a cada cual lo que le corresponde. Por ejemplo:
Querido papá: te amo mucho porque me has enseñado «a»,»b» y «c». Quiero devolverte la creencia de que la situación está muy difícil y de que no voy a conseguir nada digno de mí. En adelante, cuando tenga una situación similar, recordaré que soy talentosa en lo que hago y merezco una remuneración justa, por la cual estoy ya agradecida».
Y si eso no funciona, recordaré que hay tipos muy pendejos que llegaron a ser presidentes, incluso diciendo cosas como «los millones y las millonas». ¡Juas! Pero ahora sí, en serio, si el código interno que tenemos explica todo en nuestra vida —incluyendo situaciones de salud, nuestra idea de éxito y nuestras preferencias en cuanto a alimentación—, ¿nuestra pareja futura (o la ausencia de ella) no sería un resultado de lo que pensamos hoy y de cómo alimentamos una idea durante años? Posiblemente. ¿Es acaso un virus que empezó como «Él o ella no se va a fijar en mí» (no me lo merezco) y luego mutó a «Ya no existen hombres o mujeres buenos(as)»?
Ejemplo de programación del tipo: «Es que siempre me enamoro de la persona equivocada». Si sigues pensando así, tendrás razón.
Ahí les boto el dato y me retiro lentamente a comer chocolate oscuro y tener sexo, digo, tomarme una copita de vino. Si vio el video, me entenderá.
Enamórate de ti, para que no descargues tu carencia de amor, tu desvalorización y tu necesidad de reconocimiento en otra persona que también se encuentra llena de miedos e inseguridades.
Enamórate de ti, para que no confundas el amor con el control y terminen por asfixiarte.
Valórate para que, por ley de correspondencia, te llegue un igual.
Enamórate del que no promete nada, no escribe versos y te dedica canciones para alimentar tu ego, pero siempre está en el momento justo, para abrazarte y aprender juntos de los errores.
Enamórate del que, en silencio y sin mucho escándalo, te acompaña en tu caminar y sostiene tu mano incondicionalmente.
Enamórate del que te deja ser tú, te deja volar y soñar y, sin necesidad de ser igual a ti, comparte tu locura.
Normalmente, el tipo de amor del que habla este mensaje es superficial, asfixiante y agotador, para mi gusto —aclaro, para mi gusto— y, en lo que he podido observar en mis cortos cincuenta años, las personas que hacen esto esperan que hagas lo mismo y si no lo haces, te reclaman y te dicen que te lo dan todo… pero este «todo» termina siendo nada, porque se convierten en controladores desesperantes: es más lo que dramatizan que lo que actúan.
Conviértete en una excelente opción de pareja, para que recibas lo mismo y tengas la claridad de hacer la diferencia entre una relación de amor y una danza de egos.
Si nunca sales bien en una foto o quieres conocer trucos para mejorar cómo te ves… quizás hayas llegado al lugar correcto.
—Nunca salgo bien en una foto, las detesto —me dijo hace unos días una amiga. Acto seguido, puso encima de la mesa una revista con un artículo escrito por ella. Salir mal en las fotos no solo había causado que ella no se sintiera tan orgullosa como para mostrar su texto, sino que también el reto se había vuelto una cuestión personal.
La miré de cerca y me quedé pensando en lo diferente que se veía la mujer de la foto a la persona real que tenía al frente. De forma un poco atrevida, me acerqué más a su cara y, con la imprudencia que me caracteriza y la curiosidad de una niña de tres años, exploré su rostro y le dije algo como:
—¡Pero si tienes unos dientes lindos y blancos!
Y bueno, en mi experiencia, muchas personas no sonríen porque sienten que su dentadura no es lo suficientemente linda, pero no era el caso de ella. Tal vez era momento de explorar un poco el tema de qué nos hace vernos bellos y qué nos hace sentirnos bellos. ¿De dónde sacamos eso de que no somos tan lindos o de que en las fotos no quedamos tan bien? Definitivamente tiene que ser un tema aprendido, no puede ser innato. La raíz del problema no yace en si somos lindos o no, sino en que tal vez un día se nos ocurrió pensar que no lo éramos. Yo creo que nos estancamos en la creencia de que toda la vida íbamos a ser los patitos feos y luego, por más que cambiamos a cisnes, no nos pudimos ver claramente en el estanque.
Lo que me lleva a varias cosas:
El experimento de esta entrenadora física
Nos mostró que las selfies no siempre dicen la verdad y que con solo cambiar un poco la pose, sonreír y utilizar la ropa interior adecuada… ¡tarán! No es tu belleza, es tu actitud. Puedes ver el artículo completo aquí.
Sigue los consejos de los expertos. Haz el squinch.
Es decir, que no te tomen la foto de frente sino mover tus ojos un poco. No es un consejo mío, sino de fotógrafos profesionales.
En este video sale el creador, pero está inglés.
Sigue los consejos de otros no tan expertos.
http://www.youtube.com/watch?v=baNKn_L0sn4
Recuerda que la actitud nos hace más bellos.
Si nos sentimos lindos, podemos reflejar más belleza.
Cuida la iluminación.
La luz de las 4 de la tarde es la mejor(se notan menos las arruguitas que todos tenemos).
Tú ya no puedes cambiar tu forma física. Te quedan tres opciones: Volver a nacer, hacerte una cirugía o trabajar con lo que tienes. ¿Y qué tienes? Si tienes sonrisa, úsala. Si tienes actitud, muéstrala. Si tus ojos son lindos, coquetea con ellos… El canon de belleza es también una ilusión. Si te gusta ser natural, pues disfruta serlo… si crees que requieres maquillaje, aprende a usarlo para resaltar tus puntos fuertes y no para esconderte tras capas y capas de pañete. Saca lo bueno que hay en ti, porque ya está ahí… tal vez solo necesita un «empujoncito». Y si no, que lo digan chicas como ella.
¿Alguna vez pensaste que algo pudo haber salido mejor de haberlo planeado? ¿Alguna vez sentiste exactamente lo contrario? ¿Cómo encontrar balance entre lo que debe ser dejado al azar y lo que no? ¿Cómo puede ser que planear mejor las cosas pueda ayudarte a ser mejor en la cama?
Establece horas de lectura
Simples matemáticas: A mayor número de cosas interesantes sobre las cuales estés enterado(a), mejores conversaciones puedes tener. Así como sacas tiempo para ir a la peluquería, ver tu programa favorito de televisión o distraerte en las redes sociales, sacar tiempo para embellecer tu cerebro es vital. ¿Qué debes leer? Lo que quieras, lo que te llame la atención, lo que te motive. Claro, si me preguntas, te diré: «más Drácula y menos Crepúsculo; más Sade y menos Cincuenta sombras de Grey»… En fin. Todos tenemos nuestros placeres culposos y no te juzgaré porque leas libros que a mí no me llaman la atención. Mi consejo sobre leer más clásicos se basa en que hay más posibilidades de que a la otra persona le parezca atractivo tu cerebro, y ya que los humanos nos enamoramos con el cerebro (ah, ¿pensaste que lo hacíamos con el corazón? Pues lee este artículo: Te amo con todo mi cerebro) tus posibilidades aumentarán. Repito: leer no es garantía de un mejor performance*, pero sí lo es del aumento de las posibilidades. Además, no lo hagas solo para impresionar a tu potencial pareja con lo sexy que te ves leyendo, hazlo para sentirte sexy tú, para cultivarte a ti mismo(a).
*Leer el kamasutra no te hace un amante avanzado.
«El hombre, cuya vida puede alcanzar cien años, debe distribuir su tiempo».
Ah, sí. Esa frase la tomé del kamasutra. (¿pensabas que solo hablaban de posiciones sexuales? Aquí te lo dejo, por si deseas comenzar una lectura distinta. No obstante, ten en cuenta que, si eres menor de edad, yo esperaría un poco para leerlo; no porque sea pecaminoso o algo así, sino porque te pone a pensar sobre el sentido de la vida. Todo hay que saberlo leer e interpretar, porque es un texto bastante antiguo. No es necesario estar de acuerdo con todo lo que allí dice, muchas cosas han cambiado. Me libro de toda responsabilidad. Haz clic aquí para ver el pdf del Kamasutra. No tiene imágenes explícitas).
Y bueno, si seguimos ese consejo del libro obviamente me dirás que no tienes tiempo para leer. ¿En serio? ¿Quieres ser bueno(a) en algo (llámese en la cama o en cualquier otra actividad) y no dedicarle tiempo? Pues lamento decirte que no se pueden hacer esas dos cosas a la vez.
¿La solución?
Descarga el libro y el audiolibro. Si vas en el transporte a tu trabajo o a tu lugar de estudio, te aseguro que puedes ir leyendo y escuchando al tiempo. ¿Será posible que sí tengas tiempo para Facebook pero no para educar tu cerebro? Y no. No permitas que nadie te diga que eso no es leer. Yo te aconsejo que hagas las dos cosas (escuchar y leer) al mismo tiempo, pero hacer solo una de las dos no implica que no lo estés haciendo bien. Nadie puede privarte de tener una conversación con una mente brillante de otro tiempo. Nadie.
Si prefieres el libro impreso, puedes buscar otro horario para leer, pero asegúrate de establecer un momento para ello y programarlo en tu agenda. He aquí Diez consejos para leer más. Planeación, planeación, planeación.
Lleva una agenda
Fallé muchas veces con esto. Me molestaba que compraba una agenda y casi siempre la mitad de las hojas terminaban vacías. Si ya estás acostumbrado(a) a este sistema, seguro no tendrás problemas, pero si te pasa como a mí… tal vez quieras que te cuente mi experiencia.
El primer paso es establecer roles. Estos son los roles que tengo en este momento. ¿Cuáles tienes tú?
El segundo paso es crear tareas para cada uno de esos roles. Puedes utilizar tu agenda tradicional, el calendario de Google o cualquier otro que te convenga. De igual manera, es útil utilizar un widget en tu teléfono celular para no tener que abrir la aplicación. Por desgracia, solamente he podido hacerlo en teléfonos con sistema operativo Android y no sé si se pueda para aquellos que tienen Apple. Así se ve mi teléfono:
Haz una lista de compras
Por supuesto, para este ejemplo he borrado algunos eventos de mi calendario, pero planear lo siguiente podría ser útil para ahorrar dinero y evitar situaciones inesperadas:
Fechas de compra de preservativos, inyecciones o métodos de planificación.
Fechas de llegada de periodo
Fechas de compra de toallas
Fechas importantes como aniversarios con la pareja (más de uno puede salvarse por una alerta en su calendario)
Fechas de visitas al médico y citologías
Si no te gusta usar el calendario para esto, también puedes programar recordatorios con Google Keep o anotar en tu agenda física.
Saca tiempo para una actividad física
Yo no puedo con eso de los gimnasios. Lo siento. Simplemente no lo logro. No obstante, amo el baile.
Planear y llevar a cabo una actividad física no solo te hará sexy y subirá tu autoestima, sino que liberará endorfinas. Estas se asocian al placer y al alivio del estrés. También puedes optar por innovar, pues ya que estimulaste tu imaginación en el paso número 1 (leyendo), supongo que puedes inventarte formas creativas de sudar. ¿Quieres ser bueno(a) en la cama? Haz más ejercicio en ella.
Planea tus viajes con anterioridad
No solo ahorrarás dinero si eliges hacer un viaje con antelación, sino que podrás salir de la rutina y descubrir sitios encantadores para ponerte creativo(a) bajo las sábanas.
Cuida tu bolsillo
¿De verdad eso puede hacer que sea mejor en la cama? Sorprendentemente, sí. Cuanto más dinero ahorres, más preservativos puedes comprar. Elemental, mi querido Watson jajajaja. Pero ya en serio: Ojo a este artículo.
Bájale a las papitas a la francesa
¿No puedes? Yo tampoco. ¡Son una tentación! No obstante, tal parece que las grasas trans disminuyen el nivel de testosterona. Pero mejor mira los Alimentos prohibidos antes de tener sexo y me cuentas.
No hay que planearlo todo
Lo ideal es planear una meta semanal por cada rol. A medida que los días pasen, verás a qué roles dedicas más o menos tiempo. Recuerda que el primer paso para querer a otro es quererte a ti y qué mejor forma de demostrarte que te amas sino dedicándole tiempo a la persona más importante de tu vida: tú mismo.
Salvo que lo consideres necesario, no es relevante que programes cuándo, con qué frecuencia y de qué manera vas a tener relaciones sexuales; sin embargo, sí es necesario que programes cómo quieres vivir tu vida y por eso debes ver cuánto tiempo le dedicas a los roles que te impone la sociedad y cuánto tiempo te dedicas a ti mismo(a). En mi caso, trato de que ser docente no absorba mi rol como escritora o como hija, de lo contrario trabajaría para hacer realidad los sueños de mis jefes, mi familia, mis editores o cualquier tercero, en vez de los propios.
Ojo a lo que le pasa a esta mujer en el siguiente video: