Los 10 consejos que nunca pude darles

Lo que quisiera haberles dicho a mis amigos el día de su boda.

Queridos Sandra y Héctor:

Para cuando escribo esto la fiesta se ha acabado, los invitados se han tomado las fotos y están ustedes frente a frente. Ahora empieza realmente aquello que quizá ya conocen pero visto desde otra perspectiva.

Si hubiese podido estar allí, hubiera dado el más bello de los discursos… o tal vez no porque detesto los discursos. No obstante, como no asistí a su boda, aquí van mis consejos con la esperanza de que sirvan para otras personas y que, si se necesitan, siempre estén disponibles en caso de emergencia.

1. Celebren el compromiso.

No permitan que otros cuestionen el por qué se casaron o por qué no lo hicieron de la manera que otros esperaban. El compromiso —llámese matrimonio, prometerse amor en una montaña de la India, o regalarse una flor— es una manera de ser luchador. El compromiso es una parte fundamental del amor. Tanto Gandhi, como la premio Nobel de paz Aung San Suu Kyi* estuvieron comprometidos con una causa y demostraron su amor por ella… y también puede estarlo el hombre que vende empanadas en la esquina. Cada uno lucha a su manera por lo que ama y lo defiende. No. No es casarse, es decirle al otro: «estamos del mismo lado». No todo el mundo tiene que casarse, cada cual escoge la mejor manera de vivir, pero sí es admirable un compromiso público así que nunca lo demeriten.

*Hay una película excelente sobre ella, se llama The Lady. Está en Netflix. Recomendada.

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2. Recuerden que las mismas personas que un día les preguntaron por qué no se casaban, pueden llegar a ser las mismas que los critiquen porque se casaron. En ese caso, tolerancia a la bipolaridad de las masas. Sonrían y cambien el tema. Lo más probable es que después vengan a opinar sobre hijos, y si un día deciden tener uno, ellos pidan la parejita… y cuando la tengan, que para cuándo una casa más grande. En esta sociedad le piden a uno pregrado, maestría y doctorado y, aunque un joven bien preparado tenga todo eso y 25 años, el que lo emplea ya le está preguntando que para cuándo el posdoctorado. Ironías de la vida.

3. Nunca se vayan disgustados a la cama.

4. Recuerden que el cerebro femenino responde a la palabra y el masculino a la imagen. Así que cuando ella se ponga brava, dile algo lindo… y cuando sea él el gruñón, muéstrale una teta. Si los halagos no funcionan, pronuncia las palabras mágicas: «zapatos nuevos».

5. No. No solucionen todo con sexo, también hay cosas que pueden solucionarse con zapatos nuevos.

6. Nunca se avergüencen en público.

Si algo que dijo tu pareja no te parece o no te hace sentir cómodo(a), díselo… pero en privado. DaVinci decía: «Reprende al amigo en secreto y alábalo en público». En este caso no se trata de reprender, sino de hacerle saber que lo que dijo no te generó una sonrisa sino un pequeño apachurro en el corazón… y las razones. La mujer por lo general dirá lo que siente, el hombre dirá lo que piensa. Independientemente de lo que diga, siempre habrá una razón detrás para pensar que es negativo. Es como la niña a la que en el colegio un compañerito llamó «Perra». Cuando le preguntaron por qué le había dicho así, el niño respondió que cuando ella se enojaba mostraba los dientes. Quizá nunca vayamos a entender el punto de vista del otro, pero podemos intentarlo.

7. En las novelas siempre dicen «¡A ver, explícame! No. No tienes nada qué explicar. ¡Cállate!».

https://www.youtube.com/watch?v=P2M7-ObfI0c

Asumir siempre es el error más grande.

8. De vez en cuando haz algo sin que te lo pidan… y agradece siempre lo que hace el otro por ti, por pequeño que sea.

«Gracias por tenderme la cama, mi vida. Eres lo máximo».

«Gracias por esta comida. Te quedó deliciosa».

Un ejemplo de cómo hacer una pelea pendeja de la nada:

https://www.youtube.com/watch?v=Xmgna1PUC24

9. Si ella pregunta si está gorda, no respondas ni sí ni no. Simplemente pregúntale: «¿Y por qué no te pones el vestido azul? Ese se te ve muy sexy». Si es él el que lo pregunta, muéstrale otra camisa… ojalá con rayas verticales. Y si todo lo demás no funciona, prepárate para comprarle a ella zapatos nuevos.

10. Y mi bonus: una lista de actividades gratis.

1- (De manera inesperada) Calentar agua y decirle que meta los pies.

2- Poner música y bailar en cucos.

3- Hacerse un masaje de orejas o de codos… o de cualquier parte extraña.

4- Hacerle trenzas.

5- Mostrarle un chiste que te hizo reír millones de veces. Este no le he podido superar:

6- Ir a un lugar al que no hayan ido nunca.

7- Poner un playlist de música de plancha o navideña y cantar a grito herido.

8- Cada uno pone una canción (el otro no puede mirar). El que supere la canción más ridícula gana. El premio puede ser una enjabonada.

9- Un día x, regálale una cerveza.

10- Busquen un lugar alto y vean el atardecer.

 

 

 

Mario Bross o la metáfora de la vida

Son pocas las personas que no saben quién es Mario Bross. Para que todos estemos en la misma página lo diré en una línea: Mario es un plomero que tiene que hacer un recorrido para rescatar a una princesa.

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Imagen de Humberto Chalate (Flickr)

 

Ya otros han dicho que aprendieron de él millones de cosas, como que «si encuentras dinero tirado en la calle, ¡es tuyo!» o que «cuantas más moneditas tengas, es más fácil encontrar a tu princesa».

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Imagen tomada de: Desmotivaciones.es

En realidad es poco lo que tengo por decir del juego, pero sí mucho de lo que es para mí la mejor metáfora de la vida.

1. Esta realidad es para mí una simulación.

Estar aquí es el equivalente a montar en la montaña rusa. Casi todos hacemos fila para ver qué se siente, incluso si estamos seguros de que habrá una caída. Una y otra vez nos metemos en un personaje… incluso podemos escoger ser el plomero más humilde.

2. Hay distintas vías para llegar al mismo objetivo.

Uno puede seguir el camino en línea recta o subirse a las nubes. El objetivo siempre va a ser el mismo: rescatar a la princesa… o el que cada uno se haya propuesto. Uno podría usar la cabeza de su avatar para romper ladrillos o para atrapar moneditas, y nadie puede decirnos que estamos jugando bien o mal si nos dedicamos solo a atrapar las monedas o a romper los ladrillos. También podemos elegir crecer o estar siempre del mismo tamaño… y aún así, jugar felices.

3. Hay baches… pero también hay trucos para pasarlos.

Una buena comida tiene diferentes sabores y uno no puede pedir que todo sea dulce; y no porque el chef no pueda preparar postres 24/7, sino ya que uno mismo no estaría dispuesto a empalagarse tanto. De vez en cuando viene bien algo de picante… y tampoco es necesario que todo lo tenga o ponerlo. No sé qué dirán mis amigos mexicanos, pero debe haber alguna excepción.

Pero volvamos a Mario. ¿Qué hacer cuando uno está frente a un bache, un dragón o cualquier amenaza? Uno siempre tiene un primo que conoce el juego. Si uno trata mil veces y no sabe cómo pasar esa parte, le pasa el control por un momento. Yo creo que esa es la posibilidad más interesante del juego de la vida. Yo no soy muy rezandera, pero me imagino que Dios es ese primo mayor o ese amigo que ya sabe cuáles son los atajos y le paso el control. No se trata de ponerlo a jugar siempre a Él, porque entonces no jugaríamos, sino de que nos dé consejos y nos ayude con cosas con las que no podemos. Como yo lo veo, la vida no es una creación única de Él ni solo del humano,  es una co-creación. ¿Y si uno no cree en Dios? Pues vale, soltar el problema es pasarle el control al curso de la vida o al universo… A veces tenemos que aceptar que hay cosas que no están en nuestro poder… y jugar por disfrutar, porque empezar a usar el control con tristeza o quejadera no hará que lleguemos más rápido a la meta. Después de todo, para saltar los baches, el 90 % de las veces se necesita impulso.

4. Nadie está obligado a estar en el juego.

Supongamos que se va la luz o que nos aburrimos… o incluso que ya rescatamos a la princesa. Siempre podemos entrar y salir del juego cuando queramos. No. No estoy haciendo ninguna apología al suicidio. Por el contrario, estoy tratando de que recordemos que estamos aquí porque amamos la vida y queremos ver qué se siente estar en un avatar que puede comer chocolate, saber a qué sabe la cerveza y tener sexo. ¿Qué otras razones podría haber para bajar a un planeta complicado? Sí. Hasta ahora, al menos de manera oficial, tenemos que cuidar la Tierra porque es el único planeta con cerveza. ¡Salud! Jajajaja…

Pero ahora sí en serio: olvidémonos de que Dios nos puso aquí… y de que estamos aquí para sufrir. Vinimos para disfrutar el recorrido y le rogamos al universo que por favor nos dejara venir porque sabíamos que si podíamos con esto, podíamos con cualquier cosa. Ya hicimos la fila para la montaña rusa, ahora depende de nosotros disfrutarla.

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Imagen tomada de: http://www.cuatro.com/videojuegos/Super-Mario-Nintendo-parque-atracciones-Universal_0_1983450485.html