¿Estamos preparados para la grandeza de las pequeñas cosas?

No puedo asegurar que Dios existe, pero…

No puedo asegurar que Dios existe, mas al mirar tus ojos, me lo creo.

Ha sido una semana emocionalmente compleja, en la que he discutido mentalmente sobre las injusticias. Es difícil tratar de no meter a Dios cuando uno observa situaciones que parecen injustas y sin el más mínimo sentido. Hay semanas en que la razón, la fe, la duda y el corazón van por caminos diferentes. Semanas como esta. Hasta que dejo de preguntarme tanto y empiezo a observar más. Entonces aparece el milagro:
-El primer sorbo de una taza caliente de té, con un aroma a mango fresco que me envuelve.
-El atardecer de tintes rojos y azules de una de estas tardes bogotanas.
-Ver el esplendor y la fuerza del mar debajo de un muelle… aunque solo fuese en internet.
-Saborear el postre de guanábana con que venía el almuerzo.
[Pausa]
Tal vez Dios no está arriba sentado en un trono mirando cómo nos matamos los unos a los otros o viendo en silencio cómo le rezamos. No. Tal vez Dios es una sensación y no un concepto.
[Pausa para cambiar el paradigma]
[Reemplacemos la palabra “Dios” y refirámonos entonces a “lo divino”]
Volvamos al segundo sorbo de té caliente: Tal vez aquello que es divino se devele en pequeños instantes al poner atención. Tal vez Dios no es algo externo sino la capacidad de percibir lo divino con nuestros sentidos.
—¿Y si entonces nuestros sentidos nos engañan?
—Entonces, qué bello engaño.
—Pero el filósofo anhela la verdad.
—Y también lo hace el hedonista, a su manera: Lo que para él es placentero es cierto, así sea un engaño. Todos de alguna forma caminamos en el salón de los espejos.
Así que nadie se pondrá de acuerdo, por eso el concepto de la divinidad es tan polémico y genera tanto recelo. No sé si estemos preparados para la grandeza. Nos han enseñado a confundir la humildad con la falsa modestia. Hemos crecido sintiendo pena por pedir de más. En realidad lo grande solo se ve en retrospectiva… por eso dicen que “el que no ha visto a Dios, cuando lo ve se asusta”. En el instante presente, las cosas verdaderamente grandes e importantes son dadas por obvias.
De ahí que captar la señal de lo maravilloso justo en el segundo en el que ocurre, es mágico. Quien haya perdido el instante de un gesto perfecto al tomar una fotografía me comprenderá. Quien haya bajado la mirada en el instante del gol, me comprenderá. En lo fugaz de la vida, ahí está Dios… en el segundo perfecto, conectado y en sintonía, en la misma vibración que lo sublime, en lo que te deja sin aliento, lo que te pasma, lo que te maravilla, lo que te sorprende gratamente… la grandeza está en un instante pequeño con la chispa de Dios.

¿Cuál es mi misión de vida?

Hace un año una amiga me hizo una pregunta cuya respuesta, inspirada por alguien más, ahora trato de integrar en mi vida.

—Si pudieras preguntarle algo a Dios, ¿qué sería?

En otras circunstancias, mi respuesta hubiese estado relacionada con la verdadera identidad de Shakespeare, las enfermedades sin cura, el origen de la vida o lo que sigue después de la muerte. No obstante, contesté:

Solo le preguntaría cómo puedo servirle mejor.

Pero, ¿qué es eso de servirle mejor a Dios? Es decir, ¿Clara se volvió fanática religiosa o ha sido secuestrada por alienígenas que la adoctrinaron para escribir sobre aquello que desconoce? Nada de eso. Solo tengo una pequeña reflexión que ha surgido de muchas cosas que me han pasado en los últimos dos años y que quiero compartir porque me hubiese gustado saber esto antes. Servirle mejor al amor supremo significa identificar nuestros talentos, usarlos, pulirlos… y entender que esa es la mejor manera de agradecer por ellos. No utilizarlos es el equivalente a no destapar un perfume carísimo que te ha regalado tu mejor amigo, y lo dice alguien que tiene, metafóricamente hablando, montones de cajas de aromas finos sin destapar en el armario.

A veces no sabemos cómo ni por dónde empezar. ¡Es más! La mayoría de las veces ni siquiera pensamos que somos lo suficientemente talentosos para lograr algo, simplemente creemos que somos parte del promedio, que somos uno más.

Pero seamos francos: esa falsa modestia pocas veces ayudó a alguien.

Yo soy la primera que levantó la mano, porque el 70 % de las veces veo las cajas de perfume y prefiero guardarlas para una ocasión especial lo cual es parte de la aventura de ser humana— Pero entonces tengo que enviarme notitas mentales y hasta libros para acordarme de que tengo que estar orgullosa por algo que yo pedí y me fue concedido.

Y, sin el ánimo de ponerme religiosa y menos filosófica, es importante resaltar que la palabra que estoy usando es “pedí”, lo cual implica dos cosas: en primer lugar, que tengo que tomar responsabilidad frente a lo que yo anhelo para mí. En segundo lugar, eso también quiere decir que voy a dejar de culpar a la divinidad o al exterior por aquellas cosas que son producto de mis acciones y también por aquellos desastres naturales, muertes ajenas, separaciones o todo aquello sobre lo que no tengo control. Después de todo, lo que sucede a mi alrededor es tan solo una metáfora de lo que hay adentro.

Mi conclusión —y repito, nada de esto ha sido comprobado por la ciencia, pero yo considero que es cierto para mí— es que las situaciones que me envuelven, la gente de la que me rodeo, el tipo de trabajo que escogí, la familia que tengo… todo se me ha consultado y he decidido. Dicen que uno no elige sus padres, pero yo creo que sí. Yo creo que uno escoge todas y cada una de las cosas que va a vivir: tanto las buenas como las demás. Si frecuentemente vienen a mí personas con dificultades de salud, yo me ofrecí voluntariamente a compartir con ellas. Si atraigo a aquellos que no tienen pareja, tal vez haya una razón detrás de eso… un aprendizaje para ambos, algo para compartir y, sobre todo, para ejercer la compasión.

Recientemente, alguien a quien quiero mucho me dijo, con lágrimas en los ojos y apenas pocas horas después de perder a un ser querido:

¿Por qué me habrá tocado a mí esto?

En esos momentos el discurso de “no te preocupes, todo va a estar bien” sobra. Últimamente, prefiero estar en silencio y escuchar. Para mí no es fácil  quedarme callada y dejar de juzgar, pero como esto es un camino, sigo intentándolo. Estuve tentada a decirle muchas cosas; no obstante, preferí solo permanecer en silencio y dejar que se desahogara. Un rato después recordé una frase que le oí a Doreen Virtue “Enfócate en el servicio”, y dije:

—No pienses que te tocó, piensa que tú te ofreciste como voluntaria para servir.

Tal vez, entre los muchos talentos de esta mujer, está servir de apoyo a otros, porque solo Dios sabe que nació con más templanza que todos nosotros para enfrentar la muerte año a año de varios miembros de su familia… pero ese, por más castigo que parezca, es un talento invaluable del cual debe estar orgullosa.

Y sí. Muchas son las bendiciones disfrazadas… los cambios de empleo, los accidentes que te cambian la vida, el consejo en el último minuto, la idea que parece no tener sentido… todas encaminadas a una gran misión y cada misión alineada con un propósito más grande que nosotros. Todos vemos la misma materia en el pénsum: compasión. La diferencia es que unos han elegido verla con ciertos profesores, y en ciertas especialidades, o combinada con el servicio a los ancianos, a los niños, a la ciencia, al arte… ¿Qué sé yo?

Tu misión no es tu trabajo, tu misión no es tu pasatiempo… tu misión es el conjunto de situaciones que te guían a través del camino del amor. Tu misión no son los profesores ni la nota que obtengas, sino cómo disfrutaste cada segundo en el salón de clases y si hiciste feliz a alguien ahí dentro. Para pasar al siguiente grado, se te pide que te seas feliz tú; pero si logras que alguien más llegue a serlo contigo, estarás graduado con honores. De todas maneras, no juzgues las decisiones de otros, porque aunque unos han escogido el puente y otros el río, todos llegarán a su destino.

 

PD: Si deseas conocer tu misión de vida, también te puede interesar el último video que aparece en este post:

https://pajarorebelde.com/2016/03/17/tres-videos-que-cambiaran-tu-forma-de-ver-la-vida/