Son pocas las personas que no saben quién es Mario Bross. Para que todos estemos en la misma página lo diré en una línea: Mario es un plomero que tiene que hacer un recorrido para rescatar a una princesa.

Ya otros han dicho que aprendieron de él millones de cosas, como que «si encuentras dinero tirado en la calle, ¡es tuyo!» o que «cuantas más moneditas tengas, es más fácil encontrar a tu princesa».

En realidad es poco lo que tengo por decir del juego, pero sí mucho de lo que es para mí la mejor metáfora de la vida.
1. Esta realidad es para mí una simulación.
Estar aquí es el equivalente a montar en la montaña rusa. Casi todos hacemos fila para ver qué se siente, incluso si estamos seguros de que habrá una caída. Una y otra vez nos metemos en un personaje… incluso podemos escoger ser el plomero más humilde.
2. Hay distintas vías para llegar al mismo objetivo.
Uno puede seguir el camino en línea recta o subirse a las nubes. El objetivo siempre va a ser el mismo: rescatar a la princesa… o el que cada uno se haya propuesto. Uno podría usar la cabeza de su avatar para romper ladrillos o para atrapar moneditas, y nadie puede decirnos que estamos jugando bien o mal si nos dedicamos solo a atrapar las monedas o a romper los ladrillos. También podemos elegir crecer o estar siempre del mismo tamaño… y aún así, jugar felices.
3. Hay baches… pero también hay trucos para pasarlos.
Una buena comida tiene diferentes sabores y uno no puede pedir que todo sea dulce; y no porque el chef no pueda preparar postres 24/7, sino ya que uno mismo no estaría dispuesto a empalagarse tanto. De vez en cuando viene bien algo de picante… y tampoco es necesario que todo lo tenga o ponerlo. No sé qué dirán mis amigos mexicanos, pero debe haber alguna excepción.
Pero volvamos a Mario. ¿Qué hacer cuando uno está frente a un bache, un dragón o cualquier amenaza? Uno siempre tiene un primo que conoce el juego. Si uno trata mil veces y no sabe cómo pasar esa parte, le pasa el control por un momento. Yo creo que esa es la posibilidad más interesante del juego de la vida. Yo no soy muy rezandera, pero me imagino que Dios es ese primo mayor o ese amigo que ya sabe cuáles son los atajos y le paso el control. No se trata de ponerlo a jugar siempre a Él, porque entonces no jugaríamos, sino de que nos dé consejos y nos ayude con cosas con las que no podemos. Como yo lo veo, la vida no es una creación única de Él ni solo del humano, es una co-creación. ¿Y si uno no cree en Dios? Pues vale, soltar el problema es pasarle el control al curso de la vida o al universo… A veces tenemos que aceptar que hay cosas que no están en nuestro poder… y jugar por disfrutar, porque empezar a usar el control con tristeza o quejadera no hará que lleguemos más rápido a la meta. Después de todo, para saltar los baches, el 90 % de las veces se necesita impulso.
4. Nadie está obligado a estar en el juego.
Supongamos que se va la luz o que nos aburrimos… o incluso que ya rescatamos a la princesa. Siempre podemos entrar y salir del juego cuando queramos. No. No estoy haciendo ninguna apología al suicidio. Por el contrario, estoy tratando de que recordemos que estamos aquí porque amamos la vida y queremos ver qué se siente estar en un avatar que puede comer chocolate, saber a qué sabe la cerveza y tener sexo. ¿Qué otras razones podría haber para bajar a un planeta complicado? Sí. Hasta ahora, al menos de manera oficial, tenemos que cuidar la Tierra porque es el único planeta con cerveza. ¡Salud! Jajajaja…
Pero ahora sí en serio: olvidémonos de que Dios nos puso aquí… y de que estamos aquí para sufrir. Vinimos para disfrutar el recorrido y le rogamos al universo que por favor nos dejara venir porque sabíamos que si podíamos con esto, podíamos con cualquier cosa. Ya hicimos la fila para la montaña rusa, ahora depende de nosotros disfrutarla.
