El espantapájaros o cómo perder a una chica en tres días

the-wizard-of-oz-516687_960_720Uno solo sabe que algo ya está superado cuando lo ve y no le produce dolor. Ayer fue uno de esos días y, aunque Ed “El loco” no me alcanzó a causar sufrimiento en sí, hoy me di una palmadita mental en la espalda cuando me lo encontré.

Hacía ya bastantes años que Ed se había ganado, sin saberlo, el apodo del “loco”. Y no era solo porque estudiara psicología, sino que supo hacer lo correcto para hacerme pensar en él y luego asustarme. Todo en tres días.

Y sí. Si el amor es—como dice el aria que le presta el título a este blog— un pájaro rebelde, este hombre es y será recordado como el cazador… o mejor dicho, el espantapájaros: las mata y luego las espanta.

Pero, ¿qué fue lo que accionó el botón de pánico como para que yo saliera corriendo? Calma. El pájaro no voló solo del nido. Primero hablemos de lo que hizo bien.

Punto uno: me encontró cuando yo aún era una estudiante que no se creía lo suficientemente linda.

Punto dos: justo ese día, mi “traga” se había cuadrado con otra compañera y yo me había puesto a leer Romeo y Julieta—sí, Romeo y Julieta— en un banquito de cemento de la facultad.

Punto tres: Ed se acercó y me habló, incluso creo que del libro. No le podemos quitar puntos, el tipo tomó la iniciativa.

No sé si lo fingía o si yo me comí muy bien el cuento de que era seguro. El caso es que Ed consiguió mi atención sin mucho esfuerzo.

¿En qué la embarró? Se excedió en ansiedad. Me llamaba, me dejó un mensaje en el contestador, me regaló rosas casi al tercer día de conocerme… y “la tapa”: un día que estábamos hablando en la facultad de repente se escondió detrás de una carpeta que llevaba en la mano y comenzó a decir con voz desesperada algo como “Escóndeme, escóndeme que viene Fulanita”.

¿Qué?

Ayer, cuando me lo encontré de nuevo, lo vi igual. Sentí que no había cambiado en absoluto. La lección que aprendí de él era que no se trata de belleza—porque ni era el más feo, ni era el más lindo—, tampoco de dinero—porque no era ni demasiado rico ni excesivamente pobre—; tal vez era un tema de actitud, de valentía, de seguridad.

Era lógico. Ed vino a enseñarme un espejo de mi realidad. Lo atraje en ese momento de mi vida porque yo me sentía insegura e incapaz. Uno solo puede atraer lo que ya está dentro de uno. Yo pensaba que era una persona segura y que podía establecer un tema de conversación… pero en la realidad estaba asustada por dentro. ¿Qué tipo de relación va a durar si uno de los dos está asustado? Esto no es sobre el otro, sino sobre cómo el otro es la parte de mí que no me deja avanzar… aquello de mí que no he llegado a comprender.

No sé de dónde provenía esa falta de seguridad. Freud tal vez diría que a eso se le llama falta de sexo (Juas), pero ahora en serio, quizás no me sentía lo suficiente. Insisto: el tipo en sí no tiene nada que ver con esto. De hecho, lo más probable es que sea una buena persona y que solo haya tenido un momento de ansiedad; eso hace más de uuuuf… como ocho años. Lo que sí debo abonarle es que me ayudó a aprender que uno atrae situaciones o personas que están siempre en la misma onda. Si atraigo tipos casados o infieles, es altamente probable que yo tenga un deseo insatisfecho por sentirme única y no esté haciendo todo lo que tengo que hacer para sentirme irremplazable por mis propios medios y sin que otro me lo haga sentir. No. No estoy justificando a los infieles ni le estoy diciendo que todo lo que le pasa es su culpa. Todo lo que le pasa es producto de cómo mira usted el mundo. No es posible atraer un tipo seguro hasta que yo no me sienta segura. No puedo atraer un tipo que me guste hasta que yo no me sienta linda y merecedora de alguien que me parezca lindo. ¿Tiene sentido? Si soy hombre y atraigo mujeres que me explotan, mi excusa es y siempre será que las mujeres quieren a los hombres con dinero… y soy yo quién no me doy valor propio.

Lección aprendida (espero): el que se sabotea, por lo general es uno mismo. Así que la próxima vez que desee ser pájaro, recuerde que de usted, y no del otro, depende no convertirse en su propio espantapájaros. Y sí, parece que la teoría se nos queda corta, pero yo también estoy en mi proceso de aplicarlo.

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