Ese día, el amor me dejó preguntarle cinco cosas. Lo miré en el reflejo del espejo empañado y le dije:
—¿Cómo mejoro la relación con mi madre?
—Recuerdo que la escogí.
—¿Cómo mejoro la relación con mi padre?
—Recuerdo que lo escogí.
—¿Cómo mejorar la relación con mi enemigo?
—Recuerdo que no existe. Solo yo decido a qué le doy visibilidad en mi vida; y si le doy atención, le doy poder. Si no lo nombro, no existe… Recuerdo enfocarme en el amor. Nadie puede resistirse al amor. El amor es irresistible y nos rendimos ante él. Amar al enemigo no significa dejarse maltratar. Poner la otra mejilla no es es lo que a veces pensamos que es. Es darle la responsabilidad al otro de sus acciones y tomar responsabilidad por las nuestras. Si él se equivoca, no es mi problema. Es de él. Y si su equivocación aparentemente me toca o me hiere, mi responsabilidad es manifestar mi inconformidad con sus acciones y enfocarme en como dar amor a quien lo valore.
—¿Cómo logras olvidar ese momento horrible que te ocurrió o que te sigue ocurriendo?
—Recuerdo que yo escogí el pénsum de mi carrera. Tal vez la materia o el profesor no resultó como pensé que sería. Cero culpas, cero arrepentimientos. Di lo mejor de mí. Ahora, recuerdo que ya pasó, y salí invicta. Y si no ha acabado el dolor, algún día lo hará.
—¿Cómo dar más amor si no hay nadie que lo reciba?
—Merécelo tú misma. Dátelo tú misma. Recíbelo tú misma.
«Para casarte, cuando joven es temprano y cuando viejo es tarde».
Diógenes de Laertes (Historiador griego)
Todas las mujeres deberían casarse… consigo mismas.
Mejor dicho: todos los seres humanos deberíamos contraer nupcias con nosotros mismos.
Parece sencillo, pero tener un compromiso con uno mismo es algo que deberíamos cultivar a diario… No importa si en tus planes está o no el matrimonio, siempre hay alguien a quien no puedes abandonar y es a ti mismo(a).
Y es que es muy fácil traicionarse últimamente: Te preguntan si quieres ir a visitar a esa conocida criticona y, aunque te estés muriendo de ganas por decir que no, dices que sí… Tal vez te piden un favor que no quieres hacer y que al final te va a meter en problemas, pero tú dices que sí… o tal vez le dices a tu jefe que harás algúun trabajo que no quieres porque te da pena o miedo de que te despida.
Eso se llama infidelidad… contigo mismo(a).
Quizá es hasta cierto punto entendible que te suceda de vez en cuando. Pero, cuando ya se vuelve frecuente, es necesario revisar la causa y tratar el problema de raíz.
Pero no todos los «automatrimonios» sufren de infidelidad. Hay otros cuyo mayor problema es el descuido y la falta de tiempo.
Piénsalo así: No quisieras estar con una persona a la que le diera igual tu existencia o que demostrara poco interés en ti. Bueno, ¿entonces por qué es tan difícil aplicar estos principios con uno mismo? ¿Por qué a veces anteponemos las necesidades de otros a las nuestras? ¿Por qué hacemos lo que el otro dice si se trata de alguien que nos gusta, pero casi siempre nos escudamos en la falta de tiempo de dinero para hacer las cosas que nosotros(as) realmente deseamos hacer? ¿Por qué hay un horario destinado para citas con clientes, amigos, familia o pareja, pero muchas veces no existe un espacio en el que uno se siente con uno mismo a hacer algo para sí o simplemente a hacer nada?
Así que no esperes a que sea demasiado tarde para casarte contigo mismo(a) y celebra que estás aquí, en un mundo en el que existe la cerveza… (o lo que te guste) y, por supuesto, independientemente de que el matrimonio sea o no para ti, recuerda que la persona indicada siempre te acompaña: tú mismo(a).
¿Cuáles son las claves que oculta nuestro cerebro sobre las relaciones de todo tipo? ¿Es cierto eso de que las palabras tienen poder? ¿Qué podemos hacer para dominar nuestro cerebro y no dejarnos dominar por creencias preestablecidas?
Comencemos por desmitificar dos creencias arraigadas en la cultura:
Mito 1: las células del cerebro (neuronas) son las únicas que no se regeneran. Realidad: la neurogénesis existe y sí podemos hacer que nazcan nuevas células.
Aquí se explica cómo. Si quieres, recuerda que la conferencia de diez minutos tiene subtítulos en español e inglés.
Mito 2: las palabras se las lleva el viento, las palabras no hieren. Realidad: las palabras tienen la capacidad de cambiar nuestra estructura neuronal.
En una entrevista que le hizo Margarita Vidal al científico colombiano Rodolfo Llinás, él le dice que alguna gente no entiende bien cómo un estado funcional del cerebro se puede modular o corregir mediante la palabra. Corto y pego:
El psicoanálisis es hablado y la gente se mejora. Y yo les contesto que las palabras cambian el cerebro.
¿En qué forma?
-Si yo le digo a una persona que es ‘malnacida’, responde agresivamente. Entonces, las palabras son como piedras; pueden hacer bien o daño, porque cambian el estado funcional del cerebro.
¿Es porque producen emociones?
-Exactamente, las emociones se pueden correlacionar. Antes se pensaba que no, y la realidad es que sí: yo puedo ver en el cerebro cuando alguien está bravo, triste o con dolor. Pero a la gente le resulta profundamente complejo y difícil de aceptar que la mente ―que era casi intocable― se reduce a una situación ‘cuchareable’, y su conclusión temerosa es: “Solamente hay dos posibilidades: que el paciente esté bien o que esté mal. Si está bien, no ha pasado nada porque no hubo necesidad de tratamiento. Pero si está mal, ¿qué hacemos nosotros? Lo que usted nos está diciendo es que estamos aplicando un sistema que no es”.
¿Entonces el problema es de programación?
Posiblemente. Es como si cada uno de nosotros tuviese un código por dentro que determinara qué es lo normal para cada uno. Una vez el usuario presiona “Enter”, el programa se ejecuta solito.
Me explico: Si una persona tiene en su código algo como los siguientes conceptos:
Los chocolates son deliciosos, pero hacen que se me brote la cara. Si tengo una pareja que me quiera, esa persona debe estar loca. La situación es muy difícil y conseguir un trabajo bien pago es muy complicado, por eso tengo que cobrar poco. Si cobro lo que debería, me quedo sin clientes.
Al hacer clic en “Ejecutar”, todo eso empieza a pasar. Si corre el código una y otra vez, se acostumbra a que esa sea la programación normal y a que su cuerpo reaccione de la manera en que lo ha hecho por años. El efecto placebo también podría, creo yo, derivarse de allí… pero, insisto, esa es tan solo una suposición propia que no tiene base científica. Así es como yo lo veo:
¿De dónde vienen estas creencias?
Por lo general, nuestros programas vienen con virus incluidos. La línea de código tiene un problema esencial: hay partes de ella que fueron escritas desde el miedo; no desde el amor. Por ejemplo, “Los chocolates son deliciosos” es una expresión que viene desde el amor por el chocolate. Sin embargo, la expresión “pero hacen que se me brote la cara” viene desde el miedo a ser percibido por los demás y por nosotros mismos de una manera negativa. “La situación es muy difícil” viene desde el miedo que nos infunden otros (algunos medios de comunicación y algunos familiares que nos quieren proteger del fracaso)… Y todas las demás afirmaciones implican que el virus se está esparciendo.
Una posible forma de reparar el código es reconociendo cuándo se ejecuta y cambiándolo por algo así:
Los chocolates son deliciosos y los disfruto. Es normal tener una pareja que me quiera. Es normal que la gente me quiera y me ame porque trato de mejorar cada día. Sé que si cobro lo justo, puedo exigirme más calidad y estar orgulloso(a) de mi labor. Integro las lecciones de paciencia y perseverancia desde el amor.
¿Pero cómo modificar el código?
Para explicar la conducta humana, solo podemos pensar en dos posibilidades: algo es innato o es aprendido. En este caso, creo que cualquier psicoanalista le diría que muchas de las conductas aprendidas vienen de nuestra niñez, nuestra relación con padres y ancestros, o la ausencia de los mismos. Entonces, la mejor manera de ir, poco a poco, limpiando el sistema es “devolverle” mentalmente o por medio de una carta sin enviar a cada cual lo que le corresponde. Por ejemplo:
Querido papá: te amo mucho porque me has enseñado “a”,”b” y “c”. Quiero devolverte la creencia de que la situación está muy difícil y de que no voy a conseguir nada digno de mí. En adelante, cuando tenga una situación similar, recordaré que soy talentosa en lo que hago y merezco una remuneración justa, por la cual estoy ya agradecida”.
Y si eso no funciona, recordaré que hay tipos muy pendejos que llegaron a ser presidentes, incluso diciendo cosas como “los millones y las millonas”. ¡Juas! Pero ahora sí, en serio, si el código interno que tenemos explica todo en nuestra vida —incluyendo situaciones de salud, nuestra idea de éxito y nuestras preferencias en cuanto a alimentación—, ¿nuestra pareja futura (o la ausencia de ella) no sería un resultado de lo que pensamos hoy y de cómo alimentamos una idea durante años? Posiblemente. ¿Es acaso un virus que empezó como “Él o ella no se va a fijar en mí” (no me lo merezco) y luego mutó a “Ya no existen hombres o mujeres buenos(as)”?
Ejemplo de programación del tipo: “Es que siempre me enamoro de la persona equivocada”. Si sigues pensando así, tendrás razón.
Ahí les boto el dato y me retiro lentamente a comer chocolate oscuro y tener sexo, digo, tomarme una copita de vino. Si vio el video, me entenderá.
Enamórate de ti, para que no descargues tu carencia de amor, tu desvalorización y tu necesidad de reconocimiento en otra persona que también se encuentra llena de miedos e inseguridades.
Enamórate de ti, para que no confundas el amor con el control y terminen por asfixiarte.
Valórate para que, por ley de correspondencia, te llegue un igual.
Enamórate del que no promete nada, no escribe versos y te dedica canciones para alimentar tu ego, pero siempre está en el momento justo, para abrazarte y aprender juntos de los errores.
Enamórate del que, en silencio y sin mucho escándalo, te acompaña en tu caminar y sostiene tu mano incondicionalmente.
Enamórate del que te deja ser tú, te deja volar y soñar y, sin necesidad de ser igual a ti, comparte tu locura.
Normalmente, el tipo de amor del que habla este mensaje es superficial, asfixiante y agotador, para mi gusto —aclaro, para mi gusto— y, en lo que he podido observar en mis cortos cincuenta años, las personas que hacen esto esperan que hagas lo mismo y si no lo haces, te reclaman y te dicen que te lo dan todo… pero este «todo» termina siendo nada, porque se convierten en controladores desesperantes: es más lo que dramatizan que lo que actúan.
Conviértete en una excelente opción de pareja, para que recibas lo mismo y tengas la claridad de hacer la diferencia entre una relación de amor y una danza de egos.
¿Alguna vez pensaste que algo pudo haber salido mejor de haberlo planeado? ¿Alguna vez sentiste exactamente lo contrario? ¿Cómo encontrar balance entre lo que debe ser dejado al azar y lo que no? ¿Cómo puede ser que planear mejor las cosas pueda ayudarte a ser mejor en la cama?
Establece horas de lectura
Simples matemáticas: A mayor número de cosas interesantes sobre las cuales estés enterado(a), mejores conversaciones puedes tener. Así como sacas tiempo para ir a la peluquería, ver tu programa favorito de televisión o distraerte en las redes sociales, sacar tiempo para embellecer tu cerebro es vital. ¿Qué debes leer? Lo que quieras, lo que te llame la atención, lo que te motive. Claro, si me preguntas, te diré: “más Drácula y menos Crepúsculo; más Sade y menos Cincuenta sombras de Grey”… En fin. Todos tenemos nuestros placeres culposos y no te juzgaré porque leas libros que a mí no me llaman la atención. Mi consejo sobre leer más clásicos se basa en que hay más posibilidades de que a la otra persona le parezca atractivo tu cerebro, y ya que los humanos nos enamoramos con el cerebro (ah, ¿pensaste que lo hacíamos con el corazón? Pues lee este artículo: Te amo con todo mi cerebro) tus posibilidades aumentarán. Repito: leer no es garantía de un mejor performance*, pero sí lo es del aumento de las posibilidades. Además, no lo hagas solo para impresionar a tu potencial pareja con lo sexy que te ves leyendo, hazlo para sentirte sexy tú, para cultivarte a ti mismo(a).
*Leer el kamasutra no te hace un amante avanzado.
“El hombre, cuya vida puede alcanzar cien años, debe distribuir su tiempo”.
Ah, sí. Esa frase la tomé del kamasutra. (¿pensabas que solo hablaban de posiciones sexuales? Aquí te lo dejo, por si deseas comenzar una lectura distinta. No obstante, ten en cuenta que, si eres menor de edad, yo esperaría un poco para leerlo; no porque sea pecaminoso o algo así, sino porque te pone a pensar sobre el sentido de la vida. Todo hay que saberlo leer e interpretar, porque es un texto bastante antiguo. No es necesario estar de acuerdo con todo lo que allí dice, muchas cosas han cambiado. Me libro de toda responsabilidad. Haz clic aquí para ver el pdf del Kamasutra. No tiene imágenes explícitas).
Y bueno, si seguimos ese consejo del libro obviamente me dirás que no tienes tiempo para leer. ¿En serio? ¿Quieres ser bueno(a) en algo (llámese en la cama o en cualquier otra actividad) y no dedicarle tiempo? Pues lamento decirte que no se pueden hacer esas dos cosas a la vez.
¿La solución?
Descarga el libro y el audiolibro. Si vas en el transporte a tu trabajo o a tu lugar de estudio, te aseguro que puedes ir leyendo y escuchando al tiempo. ¿Será posible que sí tengas tiempo para Facebook pero no para educar tu cerebro? Y no. No permitas que nadie te diga que eso no es leer. Yo te aconsejo que hagas las dos cosas (escuchar y leer) al mismo tiempo, pero hacer solo una de las dos no implica que no lo estés haciendo bien. Nadie puede privarte de tener una conversación con una mente brillante de otro tiempo. Nadie.
Si prefieres el libro impreso, puedes buscar otro horario para leer, pero asegúrate de establecer un momento para ello y programarlo en tu agenda. He aquí Diez consejos para leer más. Planeación, planeación, planeación.
Lleva una agenda
Fallé muchas veces con esto. Me molestaba que compraba una agenda y casi siempre la mitad de las hojas terminaban vacías. Si ya estás acostumbrado(a) a este sistema, seguro no tendrás problemas, pero si te pasa como a mí… tal vez quieras que te cuente mi experiencia.
El primer paso es establecer roles. Estos son los roles que tengo en este momento. ¿Cuáles tienes tú?
El segundo paso es crear tareas para cada uno de esos roles. Puedes utilizar tu agenda tradicional, el calendario de Google o cualquier otro que te convenga. De igual manera, es útil utilizar un widget en tu teléfono celular para no tener que abrir la aplicación. Por desgracia, solamente he podido hacerlo en teléfonos con sistema operativo Android y no sé si se pueda para aquellos que tienen Apple. Así se ve mi teléfono:
Haz una lista de compras
Por supuesto, para este ejemplo he borrado algunos eventos de mi calendario, pero planear lo siguiente podría ser útil para ahorrar dinero y evitar situaciones inesperadas:
Fechas de compra de preservativos, inyecciones o métodos de planificación.
Fechas de llegada de periodo
Fechas de compra de toallas
Fechas importantes como aniversarios con la pareja (más de uno puede salvarse por una alerta en su calendario)
Fechas de visitas al médico y citologías
Si no te gusta usar el calendario para esto, también puedes programar recordatorios con Google Keep o anotar en tu agenda física.
Saca tiempo para una actividad física
Yo no puedo con eso de los gimnasios. Lo siento. Simplemente no lo logro. No obstante, amo el baile.
Planear y llevar a cabo una actividad física no solo te hará sexy y subirá tu autoestima, sino que liberará endorfinas. Estas se asocian al placer y al alivio del estrés. También puedes optar por innovar, pues ya que estimulaste tu imaginación en el paso número 1 (leyendo), supongo que puedes inventarte formas creativas de sudar. ¿Quieres ser bueno(a) en la cama? Haz más ejercicio en ella.
Planea tus viajes con anterioridad
No solo ahorrarás dinero si eliges hacer un viaje con antelación, sino que podrás salir de la rutina y descubrir sitios encantadores para ponerte creativo(a) bajo las sábanas.
Cuida tu bolsillo
¿De verdad eso puede hacer que sea mejor en la cama? Sorprendentemente, sí. Cuanto más dinero ahorres, más preservativos puedes comprar. Elemental, mi querido Watson jajajaja. Pero ya en serio: Ojo a este artículo.
Bájale a las papitas a la francesa
¿No puedes? Yo tampoco. ¡Son una tentación! No obstante, tal parece que las grasas trans disminuyen el nivel de testosterona. Pero mejor mira los Alimentos prohibidos antes de tener sexo y me cuentas.
No hay que planearlo todo
Lo ideal es planear una meta semanal por cada rol. A medida que los días pasen, verás a qué roles dedicas más o menos tiempo. Recuerda que el primer paso para querer a otro es quererte a ti y qué mejor forma de demostrarte que te amas sino dedicándole tiempo a la persona más importante de tu vida: tú mismo.
Salvo que lo consideres necesario, no es relevante que programes cuándo, con qué frecuencia y de qué manera vas a tener relaciones sexuales; sin embargo, sí es necesario que programes cómo quieres vivir tu vida y por eso debes ver cuánto tiempo le dedicas a los roles que te impone la sociedad y cuánto tiempo te dedicas a ti mismo(a). En mi caso, trato de que ser docente no absorba mi rol como escritora o como hija, de lo contrario trabajaría para hacer realidad los sueños de mis jefes, mi familia, mis editores o cualquier tercero, en vez de los propios.
Ojo a lo que le pasa a esta mujer en el siguiente video:
Si lo que está buscando es un plan diferente al restaurante de siempre o al cine usual, esta es su alternativa de sitios en Bogotá. ¿Cuáles nos recomienda en su ciudad?
Ah, la primera cita.
Uno espera que todo sea perfecto, pero a veces se queda sin ideas… Por eso les traigo tres sitios muy buenos… y recomendaciones, sacadas de una película frívola para adolescentes, pero que funcionan.
Es una mezcla entre galería de arte, restaurante y sitio para tomarse alguito. Tiene varios ambientes. Además de las mesas normales, hay uno con arena y otro más bohemio para sentarse en el suelo. Les recomiendo visitarlo, pues las fotos de su Fanpage de Facebook no le hacen justicia, es más agradable en vivo.
No solo es un hermoso lugar, físicamente hablando, sino que el plan es perfecto porque tiene un bar y usted puede tomarse algo con esa persona especial. Yo, por lo general, no recomiendo que la primera cita sea en un cine únicamente, pues la idea del primer encuentro es conocerse… y para conocerse se necesita hablar. Por eso, si van a ir a cine, prepárense para continuar la cita o comenzarla antes de la película. Este lugar es perfecto para hacerlo. Además, las películas que allí se proyectan no son siempre comerciales, lo que le permitirá cambiar un poco la rutina.
Un consejo: procure ver el tráiler de la película o al menos saber de qué género es… queremos que pase un rato divertido, no que se depriman con películas demasiado deprimentes.
¿Qué puedo decir yo sobre el amor que aún no se haya dicho? Hermosos templos han sido erigidos, bellos poemas recitados y sutiles cuadros han sido pintados en el nombre del amor. Solo puedo decirles algo que ustedes ya saben en el fondo de su corazón: el amor es infinito y hay mucho —de sobra— para todos.
«L’oiseau que tu croyais surprendre
Battit de l’aile et s’envola;
L’amour est loin, tu peux l’attendre,
Tu ne l’attends plus, il est là!»
«El pájaro al que crees sorprender
bate las alas y remonta vuelo…
El amor está lejos si lo esperas;
ya no lo esperes, ¡y ahí estará!»
L’amour est un oiseau rebelle – Aria de Carmen
El amor. ¿Qué puedo decir yo, una simple mortal, sobre el amor que aún no se haya dicho? Hermosos templos han sido erigidos, bellos poemas recitados y sutiles cuadros han sido pintados en el nombre del amor. Solo puedo decirles algo que ustedes ya saben en el fondo de su corazón: el amor es infinito y hay mucho —de sobra— para todos. El amor no es algo que alguien escondió para que solo unos pocos se llevaran ni que un hombre te arrebató de las manos o una mujer enterró en un jardín secreto. Empiezo esta definición del amor desde lo más profundo, desde lo más básico, desde lo que el mismo amor lleva en sus entrañas: todo lo que no es.
El amor no es acostarse con alguien, aunque esto en sí pueda, para algunos, ser una demostración. La ecuación no es la demostración de algo, sino simplemente su formulación.
El amor no es decirles a todos que obras bien o arrodillarte y darte golpes de pecho. El amor no sufre ni se regocija en el sufrimiento. El amor no es mártir ni espera que tú lo seas por él.
El amor supremo no es gruñón ni castigador. El amor se aleja de quienes no ríen, aunque no los olvida. El amor tiene sentido del humor porque sabe que la vida es efímera, pero los recuerdos y las risas están hechos para perdurar en la mente de los humanos.
Ahora, veamos una posible, aunque no única definición de lo indefinible: la que me dio mi padre cuando aún era muy niña.
«Cuando uno ama a alguien, uno desea lo mejor para esa persona».
Amar entonces no es desvivirse, no es rasgarse las vestiduras, no es hacer sufrir a otros y menos hacerse sufrir a uno mismo. Cuando uno comienza a amar, el proceso de pensar en el amado y desear su bienestar se realiza automáticamente. Es fácil entonces saber cuándo quieres a alguien y cuándo lo amas… o cuándo dejas de amarlo.
Repito:
«Cuando uno ama a alguien, uno desea lo mejor para esa persona».
Al desear lo mejor para los otros, uno sonríe y no piensa que eso no va a pasar; uno confía. ¿Por qué es tan difícil desearnos a nosotros mismos cosas buenas? ¿Por qué es tan difícil creer que vamos a obtener ese doctorado, ese trabajo, ese reconocimiento, esa cantidad de dinero… esa pareja? ¿Por qué creemos que todo el mundo se gana cosas pero nosotros no? Unos dirán que es por la envidia, otros simplemente pensarán en la mala suerte… yo culparé a la falta de confianza y al miedo, aunque no tengo la última palabra y, a decir verdad, creo que nadie la tiene.
El miedo y la confianza no pueden coexistir
Cuanto más esperes ser amado por otro, menos lo estarás, porque te asaltará la duda de si serás capaz o si de alguien te querrá de la manera en la que esperas. Cuando te olvidas del asunto y te concentras en aquello que sí está en tu poder —amarte a ti, por ejemplo— no solo te empoderas y te das cuenta de que eres capaz de mejorar tu vida, sino que no rompes la ley universal del «dar para recibir», porque le das a la persona más importante de tu vida, a aquella que nunca te va a abandonar: tú mismo.
Una amiga me dijo hoy que por estas fechas ella acostumbra a encender una vela por algunos amigos y familiares. Guardé silencio por un segundo y le propuse, a manera de ejercicio, que este año también encendiera una luz por sí misma.
Nos han enseñado que pedir por nosotros mismos es egoísta, pero creo que algunos hemos entendido ese consejo de la manera equivocada.
Esta época es especial para recordar que podemos pedir con la inocencia de un niño y nuestros deseos serán concedidos. Cada familia es diferente y supongo que no obtuvimos tooodo lo que pedíamos, pero la mayoría de las peticiones ocurrieron.
¿Por qué creo que funcionaba? 1. Pedíamos con inocencia: éramos niños. 2. Pedíamos con seguridad: sabíamos que el niño Dios, Santa Claus, ¿Qué sé yo? El ratón Pérez… iban a cumplir su promesa.
3. Soltábamos el deseo: una vez enviada la carta, era claro que el que la recibiera iba a hacer lo posible por hacer realidad nuestros sueños… y si no se podía, era porque Santa tenía que visitar muchos niños… o porque el niño Dios tenía una agenda muy ocupada. Si no nos regalaban lo que habíamos pedido, tampoco nos duraba el berrinche más de una semana (supongo). 4. Reconocíamos: teníamos claro que, aunque habíamos cometido fallas, no se pedía perfección de parte de nosotros. Sabíamos que nos habíamos portado bien y nos merecíamos un premio. Si no había sido exactamente nuestro año, ofrecíamos una disculpa sincera y nos comprometíamos a que la cosa cambiara… Así luego la volviéramos a embarrar.
5. Teníamos el deseo de compartir: si nos regalaban un carro, lo divertido era hacer carreras con los primos a los que también les habían regalado otros carros… Si queríamos un “Polystation”, tal vez no teníamos tan claro que era para jugar con otros, pero al final terminábamos pasándole el control hasta al abuelito. Más de uno se “agarró” con los hermanos porque no le prestaban el jueguito, pero eso era parte de la lección: compartir. Otros jugábamos a cazar patos con una pistola y lo divertido no era ni la caza, ni la pistola, sino ver al perro reírse.
6. Agradecíamos de antemano: no solo era un voto de confianza sino de esperanza. Muchos pedimos la paz para el mundo, y pues… evidentemente eso no pasó de la manera en que lo esperamos, pero tampoco le quitó mucha credibilidad a nuestro deseo. Uno de niño sabía que ese deseo de la paz no se iba a dar de la noche a la mañana, sin embargo aguardaba y seguía su vida feliz. Ahora de grandes seguimos esperando que el mismo Dios al que le pedimos bicicletas en el pasado solucione los problemas que como humanidad hemos causado. Tenemos… “coraje”. Si uno quiere paz, pues hace la paz. Punto. No espera a que se la traiga el hada de los dientes.
En la edad de la inocencia nuestro deseo venía del merecimiento, no del ego ni desde el “quiero todo para mí”.
—”Ah, obvio. Cuando éramos niños era más fácil porque el niño Dios de la casa eran los papás. Ahora uno es su propio niño Dios”.
—¡Tiiin! ¡Esa es la idea! El Amor Supremo vive dentro de usted —llámelo Dios, Jesús, Buda, Alá, Universo, Partículas, biología o cuerdas— y está esperando esa carta interna.
Pero ojo: no se aferre a que se le tiene que dar el 24 de diciembre a las 12 de la noche o el 6 de enero del próximo año. Si acostumbra a rezar la novena, recuerde que hay que pedir “por los méritos de la infancia” y que su Jesús interno también merece ser feliz. Si no cree en eso, igual tranquilo. Pida a aquello en lo que crea… Pídase a usted mismo, permítase un regalo para compartir con otros… Dicen que “hay que dar para recibir”, así que trate de que este año usted aparezca de primero en la lista de personas a las que desea darles algo de corazón. Si se ha portado bien, seguro se lo merece… y si se ha portado mal, llámeme (juas). Digo, perdónese y revise qué puede hacer para sentirse mejor consigo mismo.
¡Feliz navidad! Navidad es todos los días si dentro de usted nace el Amor.
Uno solo sabe que algo ya está superado cuando lo ve y no le produce dolor. Ayer fue uno de esos días y, aunque Ed “El loco” no me alcanzó a causar sufrimiento en sí, hoy me di una palmadita mental en la espalda cuando me lo encontré.
Hacía ya bastantes años que Ed se había ganado, sin saberlo, el apodo del “loco”. Y no era solo porque estudiara psicología, sino que supo hacer lo correcto para hacerme pensar en él y luego asustarme. Todo en tres días.
Y sí. Si el amor es—como dice el aria que le presta el título a este blog— un pájaro rebelde, este hombre es y será recordado como el cazador… o mejor dicho, el espantapájaros: las mata y luego las espanta.
Pero, ¿qué fue lo que accionó el botón de pánico como para que yo saliera corriendo? Calma. El pájaro no voló solo del nido. Primero hablemos de lo que hizo bien.
Punto uno: me encontró cuando yo aún era una estudiante que no se creía lo suficientemente linda.
Punto dos: justo ese día, mi “traga” se había cuadrado con otra compañera y yo me había puesto a leer Romeo y Julieta—sí, Romeo y Julieta— en un banquito de cemento de la facultad.
Punto tres: Ed se acercó y me habló, incluso creo que del libro. No le podemos quitar puntos, el tipo tomó la iniciativa.
No sé si lo fingía o si yo me comí muy bien el cuento de que era seguro. El caso es que Ed consiguió mi atención sin mucho esfuerzo.
¿En qué la embarró? Se excedió en ansiedad. Me llamaba, me dejó un mensaje en el contestador, me regaló rosas casi al tercer día de conocerme… y “la tapa”: un día que estábamos hablando en la facultad de repente se escondió detrás de una carpeta que llevaba en la mano y comenzó a decir con voz desesperada algo como “Escóndeme, escóndeme que viene Fulanita”.
¿Qué?
Ayer, cuando me lo encontré de nuevo, lo vi igual. Sentí que no había cambiado en absoluto. La lección que aprendí de él era que no se trata de belleza—porque ni era el más feo, ni era el más lindo—, tampoco de dinero—porque no era ni demasiado rico ni excesivamente pobre—; tal vez era un tema de actitud, de valentía, de seguridad.
Era lógico. Ed vino a enseñarme un espejo de mi realidad. Lo atraje en ese momento de mi vida porque yo me sentía insegura e incapaz. Uno solo puede atraer lo que ya está dentro de uno. Yo pensaba que era una persona segura y que podía establecer un tema de conversación… pero en la realidad estaba asustada por dentro. ¿Qué tipo de relación va a durar si uno de los dos está asustado? Esto no es sobre el otro, sino sobre cómo el otro es la parte de mí que no me deja avanzar… aquello de mí que no he llegado a comprender.
No sé de dónde provenía esa falta de seguridad. Freud tal vez diría que a eso se le llama falta de sexo (Juas), pero ahora en serio, quizás no me sentía lo suficiente. Insisto: el tipo en sí no tiene nada que ver con esto. De hecho, lo más probable es que sea una buena persona y que solo haya tenido un momento de ansiedad; eso hace más de uuuuf… como ocho años. Lo que sí debo abonarle es que me ayudó a aprender que uno atrae situaciones o personas que están siempre en la misma onda. Si atraigo tipos casados o infieles, es altamente probable que yo tenga un deseo insatisfecho por sentirme única y no esté haciendo todo lo que tengo que hacer para sentirme irremplazable por mis propios medios y sin que otro me lo haga sentir. No. No estoy justificando a los infieles ni le estoy diciendo que todo lo que le pasa es su culpa. Todo lo que le pasa es producto de cómo mira usted el mundo. No es posible atraer un tipo seguro hasta que yo no me sienta segura. No puedo atraer un tipo que me guste hasta que yo no me sienta linda y merecedora de alguien que me parezca lindo. ¿Tiene sentido? Si soy hombre y atraigo mujeres que me explotan, mi excusa es y siempre será que las mujeres quieren a los hombres con dinero… y soy yo quién no me doy valor propio.
Lección aprendida (espero): el que se sabotea, por lo general es uno mismo. Así que la próxima vez que desee ser pájaro, recuerde que de usted, y no del otro, depende no convertirse en su propio espantapájaros. Y sí, parece que la teoría se nos queda corta, pero yo también estoy en mi proceso de aplicarlo.